Por Verónica Cortés/La Madriguera Literaria
Guanajuato, Gto.- Leer reseñas de libros no me parece atractivo, siento que me estoy perdiendo de algo, lo mismo me sucede con las películas. Nunca me ha gustado que me las cuenten y mucho menos ver los avances, me gusta defender la sorpresa, el toque de lo inesperado. Entonces llamaré a esta sección o les propongo que la llamemos NO RESEÑA porque les hablaré de libros, pero les prometo que me apartaré del spoiler, sólo se tratará de recomendaciones e invitaciones abiertas a algunos títulos para que acudan a ellos, disfruten y formen sus propias impresiones.
Tengo en mis manos la historia de Nell Kimball (1845-1934) ella fue prostituta, madame, empresaria y escritora, fue una mujer que no vivió para ver publicado su libro: “Memorias de una madame americana” (1967) Sin embargo, gracias a que el escritor Henri Weiner transcribiera y editara el manuscrito podemos acceder a esta historia.
En sus páginas encontraremos que Kimball comparte su vida libremente y sin ocultamiento, sus experiencias dentro y fuera de los burdeles, sus agudas observaciones en el negocio del sexo y los sucesos a los que se enfrenta una mujer que se dedica a la prostitución mantienen al lector en una tensión continua. Encontramos crudeza y violentas vivencias de ella y de las chicas, incluso y sobre todo fuera de los prostíbulos.
La franqueza de este libro y su naturalidad no son una apología a la prostitución, porque no hay nada que defender, tampoco tiene una intención de redención o arrepentimiento. Muestra al lector de una manera contundente que lo malo y lo bueno son opciones limitantes y simplistas para una sociedad hipócrita que se ha empeñado en juzgar a partir de lo sexual. Siempre me pareció que la prostituta en la literatura era una figura mítica, descritos como seres engañados, mutilados y condenados. En este libro la prostituta es un ser real.
Nell Kimball como excelente negociante pide algo a cambio para acceder a su vida, a sus secretos y a su casa de citas, el lector requiere entendimiento de época, se requiere estar fuera de juicios moralistas y religiosos, se requiere acceder a un lenguaje que hoy puede ser tomado como ofensivo, pero en su tiempo era del uso cotidiano.
Leer es un acto de acompañamiento, es entrar en un acuerdo mutuo entre autores y lectores. Les invito a que accedan a este libro, les aseguro que será un torbellino de emociones acompañados de la fascinante y seductora Nell Kimball.
Por último, me despido y abro este espacio para el diálogo para que nos envíen sus anotaciones o impresiones sobre sus propias lecturas.