Texto e imagen: Alicia Arias
León, Gto. “Ya no hay que jugar al escritor latinoamericano típico, tradicional. Los jóvenes de hoy van por el mundo (…) Ahora hablan de tú a tú las literaturas del mundo sin complejo de superioridad ni de inferioridad”, asegura Philippe Ollé-Laprune.
Inmerso siempre en el mundo de la literatura, el editor, escritor, coordinador, productor, traductor y compilador francés radicado en México desde hace 26 años, Philippe Ollé-Laprune, estuvo en esta ciudad para dialogar sobre la obra de Gustav Flaubert junto con Ana García Bergua, como parte de las actividades de la Feria Nacional del Libro de León (Fenal), en su edición número 32.
Al hablar de la literatura que se produce en América Latina, el experto opinó que percibe una maduración y que el escritor latinoamericano “ya está dentro del mundo” y ya no es necesario ser exótico.
“Escritores como Vargas Llosa, Fuentes, Cortázar y los anteriores, como Asturias, Sábato, Carpentier, que son grandes escritores pero eran exóticos, eran gente que aportaban algo novedoso y ya no hay que jugar con eso, ya no hay que darle tanto lugar a la oralidad. Hay una gran madurez y ahora hablan de tú a tú las literaturas del mundo sin complejo de superioridad ni de inferioridad”.
Como conocedor de la literatura universal Philippe hace una mención aparte de la obra del chileno Roberto Bolaño y su influencia en jóvenes escritores. “Un autor que tenía la literatura como una especie de búsqueda sagrada, como algo muy importante en contra del estado del mundo. Muy internacional, muy sin complejos, sin tener que darle más vida a todo lo que había hecho el boom latinoamericano de lo Real maravilloso y todo eso”.
“Él dijo que había que trabajar con lo real, pero también tiene la capacidad de imaginar. Entonces, yo creo que eso abrió muchísimas brechas y ya no hay que jugar al escritor latinoamericano típico, tradicional. Los jóvenes autores de hoy van por el mundo, están muy traducidos y no tienen que cumplir con alguna función social, aunque algunos lo hacen todavía y, no. Yo creo que el reto hoy en día es muy distinto”.
“El mundo, a pesar de sus diferencias, es un mundo global”
Llegado a México como parte de la diplomacia francesa, Philippe Ollé-Laprune escogió vivir en este país donde le gusta mucho sentir el ambiente cultural. “Me gusta mucho participar en él y me da la impresión de que es un país que siente una gran capacidad para recibir, digamos, proyectos culturales. Es un país que tiene mucho respeto a la cultura, lo cual hace que sea un placer colaborar y participar en esos ámbitos”.
Philippe se ha dedicado a trabajar en múltiples proyectos y actualmente es responsable de Vinculación Social y Cultural en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Cuajimalpa, y responsable de la Red ICORN (International Cities of Refuge Network) para América Latina, de la cual es uno de los cinco fundadores; también es locutor del programa radiofónico Acentos en Opus 94.
El año pasado, y desde de la UAM Cuajimalpa, Philippe coordinó el proyecto Bitácora del encierro, del que también es curador. Se invitó a 180 escritores del mundo de cerca de 40 países a escribir su reacción y cómo son testigos de la pandemia que afecta al mundo.
La participación, comenta el entrevistado, tomó formas muy distintas, pues había ensayos, cartas, cuentos, muchos poemas. “Todo mundo tenía conciencia del momento que se vivía: una forma de crisis inesperada”.
Lo más notable para Philippe fue la fuerza de resistencia y adaptación de los participantes, pero lo que más llamó su atención fue “una impresión rarísima de constatar lo que es la globalización. Quiero decir que un poeta chino escribe lo mismo que un narrador de Estados Unidos o de Francia. Para mí fue la constatación de que sí, el mundo a pesar de sus diferencias, es un mundo global que trae muchos puntos de encuentro, y me gustó hacerlo porque quisimos publicar todos los días durante 180 días una participación”.

Bitácora del encierro comenzó en mayo y concluyó en noviembre de 2020. Cumplió dos funciones, explica su coordinador: tratar de entender un poco mejor lo que estamos viviendo y dejar una huella, “en el sentido de que realmente dejamos una memoria que dentro de 10 años habrá académicos que empezarán a estudiar este momento”.
Recuerda que entre los participantes había de todo: gente contenta, angustiada, aburrida y lo que pudo constatar fue la variedad y una comunión.
“La diferencia ya no es geográfica, quizá es más de edad. Los más jóvenes que viven más en el cibermundo, por ejemplo. Sentir algunos muy concentrados en lo suyo, otros que no pudieron hacer nada, algunos rechazaron la propuesta diciendo ‘ya no quiero hablar de eso’. Cada quien. Yo creo que es la variedad en la creación, esa libertad que tenemos frente a la página en blanco que hace que algunos sí, otros no, depende del carácter y temperamento. Es difícil tener una sola reacción”.
La literatura con la batalla perdida
En cuanto a sus elecciones literarias, Philippe comenta que le interesa la que trabaja mucho el lenguaje, la literatura que se ve hacia misma y no la que quiere competir con el cine y las series, “que yo creo que tiene la batalla perdida. Hay que usar tus cualidades y tus características para acabar adentro y ver cómo puedes usar algo de manera original”.
Se tiene que trabajar en dos líneas: la lengua, el lenguaje literario y abrirse al mundo y no encerrarte. “Sin este equilibrio es difícil”, comenta el entrevistado al señalar que le gustan los escritores que manejan textos que tienen que ver con la historia, el pasado, algo personal, la poesía, etc., que es una de las características de esta época y considera que ahí están las obras más significativas de nuestro tiempo.
La libertad de expresión es algo muy serio. No hay que jugar con ese tema
La libertad de expresión “son palabras y conceptos difíciles de usar a la ligera”, advierte Philippe Ollé-Laprune.
Como parte de la Red Internacional de Ciudades de Refugio (ICORN, por sus siglas en inglés) una de sus actividades es trabajar para ofrecer refugio a escritores, periodistas y artistas en riesgo de persecución, con el objetivo de promover la libertad de expresión, que “es algo muy serio y no hay que jugar con esos temas”.
Por ejemplo, durante las últimas semanas en países europeos han tomado fuerza las manifestaciones en contra de los programas de vacunación para hacer frente a la pandemia por COVID-19, acusando a gobiernos de reprimirlos, marginarlos y restarles libertades; pero Philippe hace una reflexión y comenta que, si bien es cierto que los gobiernos han cometido errores y se han equivocado en ese tema, la gente y los organismos que trabajan el concepto de libertad de expresión “lo hacen con mucho cuidado”.
En los continentes africano y asiático se viven violaciones a los derechos de libertad de expresión en casi todos los países; en Europa del Este y en América Latina, en Cuba y Venezuela; “pero eso no se ha movido con la pandemia porque existen mecanismos políticos que no dependen de la situación sanitaria”.
Con el uso de las redes sociales, en cualquier tema, como es la libertad de expresión, se vive un problema porque no hay filtros y no hay profesionalismo. “Todo mundo puede decir cualquier cosa y estamos frente a una marea de información que tiene un función de agobiar la verdad”, destaca Phlilipphe al citar al pensador y poeta francés Bernard Nöel, creador del concepto censura, “que significa la pérdida del sentido de las palabras en buena parte por la saturación mediática y ahora, con las redes sociales, es peor. Y la pérdida de sentido dice que tenemos un problema de represión que viene de un exceso y no de un recorte frente a ese universo”.
Al preguntarle sobre el papel de los medios de comunicación en ese contexto, respondió: “yo creo que los medios de comunicación deben hacer una reflexión muy profunda sobre su papel y hacer un contrapeso a esa invasión (…). Ahí sí me da miedo pensar en el futuro, me da miedo pensar cómo se elabora una reflexión seria, con datos seguros. Se ha dicho cualquier cosa, por ejemplo sobre el COVID. Me da la impresión de que muchos medios de comunicación se suman a ese interés y no operan el trabajo crítico que uno esperaría de ellos (…) Se privilegia la velocidad. Se anuncia cualquier cosa con tal de ser el primero y así hay más equivocaciones porque no se corrobora antes de salir la información”.
Philippe Ollé-Laprune espera ampliar este año la red ICORN en América Latina, donde ya se está abriendo una residencia en Rosario, Argentina. Espera retomar el ritmo que se tenía antes de la pandemia.
“Yo sentí la pandemia como una especie de paréntesis. Y todavía no se cierra el paréntesis”. Durante el 2020, cuando disminuyeron las actividades por la emergencia sanitaria mundial, escribió un libro en francés, otro acaba de salir y uno más está por publicarse. “Dos libros que salen y uno que se escribió, no me frené mucho”, concluyó el entrevistado.